Ambito: 12/3/2021
Nota de nuestro CEO, Alejandro Bianchi
Para hacer aún más interesante todo el trayecto que aún le espera si todavía no ha logrado salir del plazo fijo, la escalera de los activos financieros no sólo no termina en bonos, acciones, fondos o commodities, sino que sigue creciendo. Recientemente hemos visto la aparición de dos nuevas clases de activos: ETX y NFT.
Así fue que pensé que el primer paso debería ser introducirlos en el mundo de los bonos, donde el inversor se ahorra el “spread bancario” y financia directamente al emisor. La ganancia de hacer esto estará reflejada en una mayor tasa interna de retorno (TIR) que estará compuesta por los cupones de interés que irá cobrando y la devolución del capital.
En términos de riesgos si comparamos el sistema bancario argentino contra invertir en un bono corporativo o internacional, muchas veces podemos encontrar que no estamos asumiendo más riesgo, otras, como en el caso de los bonos nacionales argentinos, que han sido reprogramados, sí podemos estar frente a un riesgo mayor. Por eso creo que comenzar a invertir en bonos es el primer paso de una larga escalera.
Es un paso bastante seguro en un mundo como el de la bolsa, donde lo que se compra, vende y a lo que se le pone un precio todos los días es a la precepción del riesgo. Claro está que el siguiente paso en la escalera debería ser invertir en renta variable, es decir, acciones o CEDEARs (acciones extranjeras).
Si seguimos subiendo en la escalera del riesgo, podemos dar un paso más arriba en la especulación ¿Y qué tal si invertimos en activos que no paguen ningún tipo de cupón de renta o dividendo? Los commodities, como clase de activo, son aún más riesgosos que las acciones, puesto que no aseguran ningún tipo de flujo hacia delante, e inclusive, hay que pagar costos por su almacenamiento y mantenimiento.
Dentro de estos, podemos encontrar al petróleo, la soja y el oro como los principales exponentes. Cada uno tiene características especiales que pueden hacer que en algún momento la demanda y oferta se vean alteradas y generen grandes subas o caídas en sus precios.
Por ejemplo, el aumento de la oferta monetaria en dólares que está haciendo EEUU está llevando a los commodities hacia arriba. Pero, por otro lado, la caída de la demanda de petróleo por el cierre de las economías durante la pandemia lo llevó a tocar inclusive valores negativos. Sí, en abril 2020 te pagaban por darte petróleo, algo que parece poco lógico, pero cuando ya no hay dónde almacenarlo y los costos de hacerlo se van por las nubes, se puede volver realidad.
Dentro de este escalón en nuestra imaginaria escalera de riesgo, también encontraremos a las monedas. Éstas normalmente son emitidas por un Banco Central y, a diferencia de los commodities, no sirven para producir nada directamente con ellas, sólo como intercambio o reserva de valor.
Antes de la década del ‘70, las monedas tenían un respaldo en oro, pero en forma posterior, comenzaron a ser 100% fiduciarias. Es decir, su valor depende de la fe que tiene la gente en que al día siguiente podrá comprar igual o más cantidad de otros activos con ella. Claro, que lo que sucede aquí es que la fe, depende de la fortaleza de las instituciones y la economía del país que la emite. De ahí que la gente normalmente prefiera al dólar sobre el peso argentino.
Pero, a raíz de las últimas crisis económicas, como la del 2008 y del coronavirus, también EEUU se ha visto obligado a imprimir trillones de dólares para sacar a flote a su economía. Esto ha impulsado a un nuevo tipo de activo, las criptomonedas.
El Bitcoin, cómo exponte principal, tiene la característica de que su oferta total ha sido delimitada por una línea de su código de programación en 21 millones y su tasa de creación (minado) hasta alcanzar ese límite, se va haciendo cada vez más lenta a partir del aumento de la dificultad de resolución de un algoritmo computacional. Claramente los inversores prefieren una oferta determinada por un código de programación en lugar de que sea establecida por un gobierno. Esto ha hecho que últimamente el Bitcoin haya ganado protagonismo y tocado valores récord en los u$s58.400.
Para hacer aún más interesante todo el trayecto que aún le espera si todavía no ha logrado salir del plazo fijo, la escalera de los activos financieros no sólo no termina aquí, sino que sigue creciendo. Recientemente hemos visto la aparición de dos nuevas clases de activos.
Mencionamos anteriormente los ETF, que son carteras de acciones y otros activos administrados profesionalmente por un fondo, que operan en la bolsa y uno puede comprarlas, con el objetivo de invertir de manera indirecta en sus subyacentes. Por ejemplo, si compramos el ETF “SPY”, estaremos comprando indirectamente 505 acciones de alta capitalización que componen al índice S&P500.
Muchas compañías que crean estos ETFs para seguir distintos mercados, han intentado lanzar un ETF de criptomonedas, pero aún la SEC no ha autorizado ninguno. Y como las finanzas no duermen, la compañía norteamericana Humbl, ha lanzado recientemente una nueva clase de “activo” llamado ETX, que se basa en la descentralización que ofrecen las criptomonedas.
Básicamente uno suscribe un ETX, por el que paga u$s5 dólares mensuales y recibe la administración profesional de los criptoactivos, comprando y vendiendo las crypto por usted, en su propia billetera virtual. Un ETX es entonces una suerte de ETF sin custodia.
Pero esto no termina aquí. La revolución de las criptomonedas irá mucho más lejos y modificará su vida en muchos más aspectos de lo que usted hoy se imagina. El segundo activo que recientemente ha tomado mucha notoriedad son los NFTs. Sí, son todas siglas incompresibles. ¿Dé qué se trata esto? Bueno, lo que la blockchain, que es la tecnología sobre las que se monta el Bitcoin, ha venido a resolver es el problema del doble pago o la copia indiscriminada de los activos digitales. Es decir, si el Bitcoin fuera un archivo, podríamos copiarlo N veces y crear dinero de la nada, pagando con el mismo activo a varias personas.
Sin embargo, el Bitcoin, se basa en la Blockchain, que es un registro contable compartido globalmente, donde cada uno de los bitcoins está asignado a su dueño. De manera que cuando uno transfiere un Bitcoin a otra persona, el conjunto de máquinas de la red de blockchain se pone de acuerdo en cambiar, como si fuera un asiento contable, la propiedad de ese bitcoin de persona.
Así, podemos definir a la Blockchain como una red global donde se asienta contablemente la propiedad. Y no sólo puede asentarse la propiedad del Bitcoin, sino de prácticamente cualquier cosa.
Aquí es cuando llegamos al vértice de las finanzas nuevamente y encontramos el desarrollo de los Non-fungible Tokens (NFT). A diferencia del Bitcoin, u otras monedas digitales, que comparten con las monedas fiduciarias la propiedad de ser fungibles, es decir, un Bitcoin es igual a cualquier otro Bitcoin y son intercambiables.
¿Qué pasaría si queremos asentar la propiedad de una obra de arte única, de un departamento, o de un tema musical en la Blockchain? ¿Sería lo mismo un cuadro de Van Gogh que uno de Picasso? Claramente no y no deberían ser intercambiables entre sí, aunque si transferibles. Así es que surgen los NFTs que representan en la Blockchain la propiedad de casi cualquier cosa, inclusive de un tweet.
Recientemente, fue subastado por primera vez en Christie´s una obra de arte registrada en NFT del artista digital Beeple´s en 61 millones de dólares y Jack Dorsey, CEO de Twitter, ha registrado en NFT su primer tweet por el que han ofrecido hasta 2.5 millones de dólares.
Claramente estamos frente a la aparición de toda una nueva gama de activos únicos, o más bien, de una nueva forma de registrar sus derechos de propiedad, que hasta el momento han tenido más aplicación en arte, coleccionables y gaming online. Pero, si fuera escribano, comenzaría a preocuparme ya que esta revolución hará que la profesión de dar fe sobre el traspaso de la propiedad de una persona a otra pueda ser digitalizada muy pronto.